incumplimiento de órdenes. De igual manera se encuentra la traición, cuya acción consiste en
defraudar al vínculo íntimo de una persona. En definitiva, la acción de un traidor es netamente
negativa, como decía Maquiavelo, “La traición es el único acto de los hombres que no se
justifica” (Maquiavelo, citado por Hernández 2015, p.01). En la política es frecuente esta
acción, desde el punto de vista histórico-filosófico toda corriente ideológica y hechos históricos,
han tenido traidores, la referencia más notoria que muestra la historia es la traición del apóstol
Judas Iscariote hacia Jesús de Nazaret, en la era cristiana.
Desde esta perspectiva se puede afirmar que las personas poderosas se encuentran en
una ecuación de intereses. Rua (2013), hace referencia al filósofo Bertrand Russell, quien
afirma que el poder aparece como un concepto cuantitativo, que se puede definir como la
producción de los efectos pretendidos donde convergen objetivos diversos.
Por consiguiente, en el entorno de las personas poderosas convergen adversarios,
algunos embriagados de codicia, la cual está basada en el deseo desmedido y voraz de poseer
de manera excesiva posición y riqueza. La neurociencia, muestra que cuanto más codiciosa es
una persona, la corteza prefrontal de su cerebro tiene menos capacidad, la misma está
vinculada al razonamiento y planificación de comportamientos.
Las personas codiciosas, no cuentan con límites a la hora de concretar sus necesidades
y objetivos. Para Arostegui (2017), un individuo puede cometer diversos delitos: desde estafas
hasta robos e incluso asesinatos, si es que el accionar le permite obtener beneficios.
También se puede caracterizar en el tema, el efecto negativo que causa la ambición,
considerada como el deseo desmedido de poseer riquezas y poder, sin importar las
consecuencias y los medios para obtenerla. Martínez (2020) en ocasiones, se suele confundir
la ambición con la avaricia, una persona avariciosa podría dañarse así mismo o a los demás
para conseguir lo que desea, mientras que la ambición es más externa que interna.
De esta forma, se vislumbran los efectos negativos del poder, los cuales pueden ser
descifrados y controlados en la teoría de juegos, también conocida como teoría de las
decisiones interactivas o teoría de las situaciones sociales, la cual considera que el individuo
está sujeto a un patrón matemático preestablecido, es decir, es un marco matemático para el
estudio de las estructuras estratégicas que gobiernan la toma racional de decisiones en
situaciones sociales, económicas, políticas, militares un tanto complejas.
Uno de los principales fundadores de la teoría de juegos, fue el matemático John Von
Neuman, quien asemejó la teoría con el campo de la economía. Iniciando su aporte desde los
aspectos del póquer, analizando la manera en que los jugadores tratan de dar pistas falsas
usando las reglas del juego. Para este autor, la teoría de juegos se estableció con la intención
de confrontar las limitaciones, como se mencionó en el párrafo anterior, inicialmente se vinculó
con la teoría económica, pero los aportes han sido tan acertados en cuanto a la interacción
directa con la competencia y los adversarios, que la teoría ha trascendido a otros campos.
La primera contribución significativa de Neuman, fue el teorema minimax de 1928, el
cual establece que en ciertos juegos de suma cero, cada jugador conoce la estrategia de su
oponente, es decir, existe una estrategia que permite a ambos jugadores minimizar su máxima
pérdida (de ahí el nombre minimax, algoritmo recursivo), y todos buscan elevar sus
posibilidades de éxito, se extiende a un “equilibrio de Nash”. En el caso del ajedrez los posibles