Página 8
MULTIVERSO JOURNAL | ISSN: 2792-3681
Volumen 2, Número 3, Edición Julio-diciembre de 2022
https://doi.org/10.46502/issn.2792-3681/2022.3.1
Cómo citar:
Horta Orozco, J.L. (2022). La autonomía política del Caribe norcontinental colombiano. Multiverso Journal, 2(3), 8-20.
https://doi.org/10.46502/issn.2792-3681/2022.3.1
La autonomía política del Caribe norcontinental colombiano
The political autonomy of the Colombian north-continental Caribbean
Jorge Luís Horta Orozco

Recibido el 12/04/2022 - Aceptado el 28/06/2022
Resumen
Al igual que en buena parte de Latinoamérica la búsqueda de más y mejores espacios de
autonomía política y territorial ha sido la respuesta en Colombia al centralismo histórico andino
que ha reducido el adelanto de las capacidades multidimensionales de diferentes entidades
territoriales que, ayer y hoy, aspiran apalancar su desarrollo regional integral. En consecuencia,
el objetivo de este artículo es analizar y discutir la trascendencia y sentido de la construcción de
la autonomía política del Caribe norcontinental colombiano, región natural, histórica y política que
por derecho propio puede aspirar legítimamente a la autodeterminación de sus comunidades.
Metodológicamente se trata de una investigación documental cercana a la hermenéutica
dialéctica. Las fuentes interpretadas permiten concluir que la independencia, esto es, la
autonomía política radical de una región histórica con una territorialidad determinada e identidad
particular en el mundo, que la aleja o la acerca de otras colectividades humanas, no tiene porque
que ser un acontecimiento dramático, mucho más cuando la historia mundial en su movimiento
dialéctico nos muestra que las formaciones políticas como los Estados, imperios, naciones o
incluso civilizaciones, se transforman, cambian o perecen en función de una multiplicidad de
factores políticos, económicos, geográficos o climáticos, entre otros.
Palabras clave: autonomía política, independencia, región histórica, Caribe norcontinental
colombiano, derecho a la autodeterminación de los pueblos.
Abstract
As in much of Latin America, the search for more and better spaces for political and territorial
autonomy has been the response in Colombia to the Andean historical centralism that has
reduced the advancement of the multidimensional capacities of different territorial entities that,
yesterday and today, aspire to leverage their integral regional development. Consequently, the
Este artículo surge de una investigación más amplia desarrollada en el contexto del doctorado en Ciencia Política de la Universidad
del Zulia; más concretamente de la tesis intitulada La Autonomía Política del Caribe Norcontinental colombiano, cuyo objetivo general
se centra en analizar la viabilidad de la autonomía política del Cribe norcontinental colombiano y, al mismo tiempo, tratar de identificar
los lineamientos teóricos generales de carácter ideo-políticos, para la comprensión, evaluación y justificación de dicha viabilidad, en
la perspectiva de una construcción política amplia para la solución a los conflictos políticos-culturales y, de tensión territorial, en la
república de Colombia, de una región que reclama autonomía política.

Abogado, Universidad del Atlántico. Magíster en gestión ambiental y desarrollo sostenible por la Universidad Pontificia Javeriana.
Candidato a doctor en Ciencias Política por la Universidad de Zulia. ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-4513-8997. Email:
jorge.horta.orozco.5@gmail.com
Multiverso Journal publica bajo una licencia de Creative Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)
Página 9
objective of this article is to analyze and discuss the transcendence and meaning of the
construction of the political autonomy of the Colombian north-continental Caribbean, a historical
region in its own right that can legitimately aspire to the right to self-determination of its
communities. Methodologically it is documentary research close to dialectical hermeneutics. The
sources interpreted allow us to conclude that independence, that is, the radical political autonomy
of a historical region with a certain territoriality and particular identity in the world, which distances
it or about it from other human collectivities, does not have to be a dramatic event, much more
when world history in its dialectical movement shows us that political formations such as the State,
Empires, nations or even civilizations, are transformed, changed or perished depending on a
multiplicity of political, economic, geographical or climatic factors, among others.
Keywords: political autonomy, independence, historical region, Colombian northwestern
Caribbean, right to self-determination of peoples.
Introducción
La independencia política de lo que hoy son los países de Latinoamérica significó el inicio
de un gran debate en las elites políticas e intelectuales de la época para determinar, al calor de
intereses particulares y muchas veces mezquinos, cuál era la mejor forma de Estado y de
gobierno que pudiera encauzar el desarrollo nacional de las repúblicas emergentes. Es
precisamente en el marco de este debate protagonizado tendencialmente por los liberales y
conservadores decimonónicos donde se presenta la disyuntiva: federalismo vs centralismo.
Tal como señala Vallès (2000) la noción de Estado federal es polisémica y compleja de
reducir a una sola definición estándar, razón por la cual existen históricamente distintas
configuraciones de estado federal tal como lo muestra la experiencia de países tan diferentes
como: EUA, la india, la República federal del Brasil, la Confederación Helvética, la Alemania
federal o la federación rusa, por mencionar solo algunos casos.
De cualquier modo, por regla general una federación se caracteriza por los siguientes
aspectos:
La asignación amplia de un conjunto de competencias y atribuciones a las diversas entidades
federales que componen al Estado-nacional o multinacional. Básicamente, son competencias
exclusivas de las instituciones federales, esto es, nacionales: la defensa de la integridad
territorial mediante el ejército, la política monetaria o la gestión de las relaciones
internacionales, de modo que todos los demás asuntos como: la dirección de recursos
financieros, educación, salud, impuestos o administración de justicia, son confiados en mayor
o menor medida a las entidades que componen a la federación.
La arquitectura institucional de los Estados federales supone la existencia de un gobierno
federal que, al menos en la doctrina, se relaciona con las diversas entidades federales
llámense departamentos, estados, cantones, municipios o condados, como un Primus inter
pares. Acompañan al gobierno federal o poder ejecutivo nacional un parlamento, tribunal
supremo de justicia o su equivalente, un banco central o reserva federal y un conjunto de
ministerios, que varían de un país a otro.
El Estado constitucional de derechos sociales y de justicia permite a las democracias
federales que, sin menoscabo de la carta magna nacional, las entidades federales tengan en
Horta Orozco, J.L. / Vol. 2 Núm. 3 (2022) Páginas. 8-20
Página 10
cada momento de su historia una formidable capacidad legislativa amparada en su propia
constitución que viene a afianzar su autonomía política y administrativa en los más diversos
asuntos (Vallès, 2000; Rivas, 2008).
El opuesto dialéctico del federalismo es el centralismo del poder que, por lo demás, no
requiere para su existencia y desarrollo de un conjunto de cuerpos normativos que creen las
condiciones de posibilidad para la concentración del poder político en un juego que no suma, en
el cual las cuotas de poder que gana el gobierno federal las pierden las entidades federales en
detrimento de su necesaria autónoma como regiones históricas particulares, ya que la historia
institucional de América Latina demuestra que muchos países de la región como Colombia y
Venezuela, son esencialmente sistemas políticos caracterizados por la hiper-centralización del
poder a contravía de los relatos y de las narrativas federales.
Como puede suponerse, hay una relación lógica entre conceptos como federación,
autonomía política, autodeterminación de los pueblos y la búsqueda de la independencia. En
este orden de ideas, se supone que el gobierno del pueblo o poder del pueblo (democracia) es
mucho más viable en un sistema federativo o asociativo que acerca más los aparatos de toma
de decisiones a las bases ciudadanas de la sociedad civil organizada. Por el contrario, la
centralización propia de sistemas políticos presidencialistas es mucho más proclive a la
producción de prácticas autoritarias que benefician únicamente a ciertas regiones, como es en
Colombia el caso de lo que se ha llamado “triángulo de oro”, en detrimento de otras
territorialidades con identidad propia, subvaloradas y relegadas en su desarrollo a un proyecto
de nación de franco carácter anti-regional, en contravía de la esencia territorial de Colombia.
Al igual que en buena parte de Latinoamérica la búsqueda de más y mejores espacios de
autonomía política y territorial ha sido la respuesta en Colombia al centralismo histórico andino
que ha reducido el desarrollo de las capacidades multidimensionales de diferentes entidades
territoriales que, ayer y hoy, aspiran apalancar su desarrollo regional integral s allá de los
límites territoriales internos de la República de Colombia. En consecuencia, el objetivo de este
artículo es analizar y discutir la trascendencia y sentido de la construcción de la autonomía
política del Caribe norcontinental colombiano, región histórica por derecho propio que puede
anhelar legítimamente a la autodeterminación de sus pueblos y comunidades.
El artículo se divide en cuatro secciones particulares pero relacionadas en su afán de
responder al objetivo planteado. En la primera sección, se describe el procedimiento
metodológico, así como las fuentes y materiales recabados; en la segunda, se refiere, con mucha
precisión conceptual, las diferentes nociones y categorías que sirven para estructurar nuestra
propuesta; en la tercera sección, se definen la bases para la construcción de la autonomía política
del Caribe norcontinental colombiano, lo que puede significar incluso y articuladas las
condiciones objetivas y subjetivas suficientes, la independencia de una territorialidad conformada
al día de hoy por sietes departamentos. Por último, se arriba a las principales conclusiones de la
investigación, con plena conciencia de su parcialidad y orientación política e ideológica
emancipatoria.
Metodología
Conviene recordar que a diferencia de los postulados del paradigma positivista clásico y
neo positivista que sirvieron para institucionalizar a las ciencias sociales en general, la nueva
racionalidad científica que se sustenta en diferentes escuelas y modelos como: la postpositivista,
Página 11
postestructuralista, posmoderna o la llamada investigación cualitativa que agrupa en su interior
diferentes herramientas teóricas y metodológicas providentes de la historia, la filosofía, la
antropología cultural, la semiótica, la sociología o la psicológica, permite que el investigador
asuma una posición política e ideológica particular sin complejos ni imposturas, de hecho, todos
los investigadores las tienen, sean conscientes o no de ello, como resultado del condicionamiento
social de todo conocimiento que siempre está situado en los imaginarios colectivos de un tiempo
y espacio determinado.
En este hilo conductor, la hermenéutica dialéctica, que no debe confundirse con la
dialéctica materialista, es, al decir de Martínez (2004), una poderosa herramienta exegética para
interpelar textos y contextos. De lo que se trata aquí es de entender el sentido profundo y
significado particular de un texto escrito, un discurso, un libro académico, una carta o un
documento, entre otros, desde la subjetividades propias de su autor, esto es, desde su
cosmovisión, intereses y paquetes cognitivos que lo identifica en su esencia y existencia, bajo la
convicción que afirma que: “Toda acción humana puede poseer varias “dimensionesque es
necesario explorar e interpretar en su verdadero significado, si queremos descubrir su real
naturaleza en el contexto concreto en que se da” (Martínez, 2004, p. 114).
En efecto, nuestra visión de la hermenéutica dialéctica significó la comprensión de que la
interpretación es definitivamente un acto dialógico en el cual el sujeto interprete mediante
técnicas como: la lectura entre líneas o la inter-lectura, interpela un texto selecto para conocer la
información que no solo viene a fortalecer su perspectiva de un fenómeno particular, sino que
además, puede cuestionar o fortalecer, según el caso, sus sesgos cognitivos sobre un fenómeno
que lo apasiona y frente al cual nunca puede ser neutral, ya que la neutralidad viene a afianzar
las posiciones hegemónicas que en este situación sustentan al centralismo avasallante de
personas y comunidades por igual.
Operativamente el presente trabajo transcurrió por 5 fases concatenadas cada una de las
cuales representó un momento particular dentro del esfuerzo investigativo:
1) Selección del tema con base a una sensibilidades e historia de vida que colocan al autor
como un intelectual activo y sujeto político que promueve y defiende la necesidad histórica
de la creación del Estado del Caribe norcontinental colombiano, como una propuesta viable
para el desarrollo integral de un conjunto de territorialidades y comunidades humanas que
han padecido en su historia los estragos del centralismo hegemónico, sectario y racista
andino.
2) Arqueo de fuentes documentales en la forma de materiales históricos, políticos, jurídicos y
académicos que, en su conjunto, explican el alcance y significado de la propuesta de
autonomía política e independencia territorial que aquí se defiende.
3) Circulo hermenéutico entre textos y contextos que permiten confrontar o conjugar diferentes
discursos políticos e ideológicos sobre teoría política y más concretamente, temas filosóficos
como: autonomía política, independencia, región histórica, el Caribe norcontinental
colombiano y derecho a la autodeterminación de los pueblos, que presagian desde ya
discusiones, luchas y la definición de nuevas y alentadoras posibilidades de ser y hacer en
comunidad, de cara al futuro próximo.
Horta Orozco, J.L. / Vol. 2 Núm. 3 (2022) Páginas. 8-20
Página 12
4) Redacción del ensayo que se presenta para su publicación en una revista científica de alto
impacto, como condición de posibilidad para desarrollar un debate de altura entre todos los
actores y factores interesados en el tema.
5) El quinto momento implica el reajuste de la propuesta que aqse presenta al calor de las
críticas fundamentadas y contrapropuestas que posiblemente se presenten en el debate.
Esto dará pie a la creación de un segundo artículo mucho más completo en su sistema
argumentativo y aparato analítico.
Finalmente, el trabajo que aquí se exhibe está a medio camino entre el articulo científico
y ensayo militante que, como bien establece Teun A (1998), con relación a la metódica del
análisis crítico del discurso político, asume una posición explicita en favor de los grupos
dominados, excluidos o explotados y, al mismo tiempo, ofrece instrumentos analíticos
generadores de propuestas, para exponer el discurso de la elite y su influjo persuasivo en las
representaciones sociales de una época.
Debate conceptual sobre autonomía política e independencia territorial
Hay buenas razones para suponer que los Estados son ficciones reificadas
para la
organización de las comunidades humanas en el tiempo y en el espacio, tal como bien lo indican
Morales, Martínez, Castaño y Parra (2019). En el caso concreto de latinoamericana, todas las
repúblicas continentales fueron parte de monarquías europeas hasta el inicio de los procesos de
ruptura con los nexos coloniales que tuvieron en la independencia de las 13 provincias
angloamericanas, en 1776, en palabras de Sofia y Thressiamma (2009) como modelo
fundamental de la mayoría de las constituciones mundo:
La Declaración de Independencia de los Estados Norteamericanos del año 1776, da
origen a las constituciones liberales del siglo XVIII, que declaran el derecho de los pueblos
al autogobierno y a la cual seguirá, en 1787, la Constitución de los Estados Unidos de
América. Tal modelo constitucional -el más antiguo texto formal existente- contenía el
primer ejemplo de república presidencial y federal, ha sido modelo de casi todas las
constituciones de los Estados del mundo”. (Sofia y Thressiamma, 2009, p.1)
A diferencia de los Estados que pueden resultar a la postre construcciones artificiales
para beneficio de sectores y localidades hegemónicas, las regiones históricas son espacios
sociales configurados mediante la identidad colectiva que se construye intersubjetivamente por
el sentido de pertenecía a una comunidad y una territorialidad particular que se diferencia en
términos de alteridades cercanas o lejanas de otras comunidades. En palabras de Cardozo
(1989) la región histórica es: “(…) un espacio con especificidad y ritmos históricos propios,
diferenciable, en cuanto a su dinámica y características fundamentales, del resto de los conjuntos
regionales de las áreas vecinas…” (1989, p. 11), de modo que no es descabellado afirmar que
el origen de todo sentimiento nacional no proviene de la búsqueda política de un Estado, sino
naturalmente, es la representación de la región histórica en tanto lugar originario de las
comunidades humanas.
Siguiendo a Ritzer (2005) quien a su vez interpreta la obra del filosofo marxista Lukács: “La reificacion puede considerarse como el
proceso por el que se llega a creer que las formas sociales humanamente creadas son natuarles, universales y absolutas y,
consecuentemente, que esas formas sociales adquieren, de hecho, esas caracteristicas” (2005, p. 209).
Página 13
En las sociedades ubicadas al sur del Rio Bravo fue común que muchas regiones
históricas desconectadas entre y sin ninguna vinculación importante fueran agrupadas de
forma arbitraria dentro de los límites artificiales de un Estado nacional, mientras que otras
comunidades y pueblos ancestrales con profundos vínculos materiales y simbólicos fueron
separada y situadas en Estados diferentes por una línea imaginaria. Piénsese, por ejemplo, en
el pueblo Wayuu cuya territorialidad ancestral desde tiempo primitivos (la hoy península Guajira)
fue segmentada entre Colombia y Venezuela.
Es muy legítimo que las regiones históricas que han sido perjudicas en su desarrollo por
la hegemonía centralista formulen estrategias para afianzar su autonomía política en el manejo
de sus propios asuntos, mucho más cuando también, han sido discriminadas sistemáticamente
sus costumbres, formas de ser y hacer en el mundo, idiosincrasia y carácter particular, como es
el caso de la región Caribe de Colombia. En palabras de Reales (2008):
Desde sus inicios el Caribe colombiano ha sido una región discriminada por los
intelectuales desafectos a sus intereses. El pretexto en la construcción de la nacionalidad
ha estado como punto de referencia para que las personas con fuego intelectual ajenas a
la región, asuman actitudes inamistosas y de paso expresen criterios en la defensa de
intereses contrapuestos que reflejan poca objetividad. (2008, p. 49)
Este este orden de ideas es, a todas luces, desacertado culpar de traición, secesión o
contrario a la integridad territorial las aspiraciones de autonomía, esto es, en su sentido
etimológico original, de actuar según su propio criterio y con base a sus propios intereses de las
regiones que no se sienten identificadas con un proyecto de nación que nos las representa. No
obstante, en este punto se debe aclarar que en su sentido tradicional el discurso autonomista ha
sido instrumentalizado por los poderes nacionales como una trampa para mantener ancladas a
las regiones inconformes propiciándoles siempre un margen restringido de libertad en el manejo
de sus asuntos, pero nunca la libertad completa para ser verdaderamente independientes y
soberanas.
Si el Estado nacional es esencialmente el resultado de un contrato social determinado tal
como suponen los contractualistas de la modernidad ilustrada, este contrato puede ser anulado
cuando una de sus partes sostiene que la asociación con una unidad política mayor, asociación
que debe ser siempre justa y voluntaria, ya no responde a sus intereses, necesidades y
aspiraciones, tal como indica Calvano (2018); de hecho, este es sin lugar a dudas fue el espíritu
de la Constitución de Cartagena de Indias de 1812. Sin embargo, en la realidad histórica concreta
las regiones siempre ven disminuidos sus proyectos por la tiranía de los poderes hegemónicos
centralizantes que imponen a sangre y fuego, de ser necesario, la unidad forzada de los Estados
nacionales.
En este orden de ideas, la autonomía política se nos presenta entonces como el primer
paso en el proceso de lograr la independencia definitiva de un territorio que aspira a construir su
propia historia en una fase cualitativamente superior de su existencia colectiva, sin tutelas ni
intromisiones de ningún tipo, de conformidad con su soberanía natural. ¿Se puede pensar
entonces como sinónimos las nociones de autonomía política e independencia? la respuesta a
esta interrogante no es simple, todo dependerá del marco teórico y filosófico que se utilice, pero
se puede afirmar categóricamente que la independencia es una forma radical de autonomía
Horta Orozco, J.L. / Vol. 2 Núm. 3 (2022) Páginas. 8-20
Página 14
política, donde se rompen los vínculos multidimensionales que oprimen históricamente a una
región o conjunto de regiones bajo la ideología y la práctica del paradigma del Estado nacional.
En el caso particular de Colombia la autonomía política ha sido intencionalmente
confundida por los intelectuales funcionales al centralismo como descentralización política y
administrativa, pero nunca se ha reconocido su derecho originario a la autodeterminación de las
regiones, en este sentido al decir de Nader (2018),
Dentro del contexto colombiano la descentralización fue encaminada como una táctica
que tiene como fin incrementar la legitimidad del Estado y su gobernabilidad (centralista)
de acuerdo con los valores de la democracia participativa, por esto Maldonado (2010)
hace una descripción sucinta de cuáles serían los objetivos en términos políticos y civiles
del modelo descentralizado en Colombia expuesto a continuación: Fortalecer la
democracia local. Capacidad de elegir gobernantes. Aumentar la responsabilidad con
los electores. Promoción de alternativas políticas •Incrementar la participación
ciudadana. • Garantizar la presencia estatal en el territorio. (2018, p. 40-41).
Desde esta perspectiva, la autonomía reformista, aunque puede significar ciertos avances
importantes en la democratización del Estado y de la sociedad, no representa nunca una solución
definitiva a las poblaciones y territorios que buscan su independencia completa y total, sin sesgos
ni contradicciones. Ante una realidad de aspiración de autonomía radical de una región, el Estado
tiene, simplificando las cosas analíticamente, dos escenarios posibles de actuación, los cuales
son:
A) Escenario de gestión democrática del intento secesionista, mediante el cual, por las vías
propias del Estado de derecho, como el referéndum consultivo de carácter vinculante, se
conoce a profundidad los deseos y aspiraciones de una población o conjunto de poblaciones
y territorialidades y, de ser definitiva e irrevocable su voluntad de emancipación, se permite
su independencia en un proceso jurídico e institucional desarrollado en el marco de los
parámetros del derecho público. Por su puesto, este escenario es muy poco probable y
excesivamente ilusorio, sin embargo, dentro de un gobierno progresista cabe esa posibilidad.
B) Escenario de gestión violenta de todo intento independentista. En este escenario las
fuerzas opresoras del centralismo histórico sofocan por laa violenta todo intento de ruptura
de su unidad política y administrativa y los espacios de diálogo entre las partes están
condicionados de antemano a la negativa categórica de toda posibilidad real de
autodeterminación e independencia. Se trata del escenario más común en el que se vinculan
entonces el derecho a la autodeterminación de los pueblos y el derecho de resistencia a la
opresión centralista.
Finalmente, en la dimensión epistemológica se da una relación profunda entre
independencia, entendida como la fase superior de la autonomía política radical de una región
determinada por factores: étnicos, geográficos-territoriales, económicos y culturales, que definen
ontológicamente su identidad en el mundo. Por lo demás, la emergencia de una nueva formación
política territorial soberana e independiente se justifica en cada momento en el derecho de
autodeterminación que forma parte irrenunciable de la esencia y existencia de cada comunidad
humana con conciencia para sí.
En este punto, conviene recordar que el derecho a la autodeterminación de los pueblos
lo ejerce las comunidades humanas muchas veces como herramienta para romper la opresión
Página 15
ejercida por Estados coloniales o autoritarios, de modo que se trata de un derecho fundamental
de personas y comunidades y no de la prerrogativa de un Estado o de un gobierno central como
bien lo establece el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966
, entre otros.
El derecho a la autodeterminación es el derecho de los pueblos a elegir libremente
su organización política. Este derecho se ejerce, por un lado, de forma interna,
escogiendo un sistema de gobierno representativo y una determinada estructura
económica, social y cultural, incluyendo la protección de sus símbolos y características
particulares, como la lengua o las tradiciones. El ejercicio externo de este derecho, por
otro lado, consiste en decidir a qué Estado se quiere pertenecer, optando por permanecer
como parte de uno ya existente, o bien por la independencia o la unificación con otro
Estado. (Villamuera, 2021, párr., 2)
Esta cita muestra dos dimensiones particulares, pero al mismo tiempo relacionadas en la
doctrina de este derecho que, por lo demás, es de carácter colectivo. Por una parte, la
autodeterminación se expresa en la libertad de los pueblos para definir el sistema político y
económico que mejor se adapte a su idiosincrasia e identidad particular, de lo que se infiere que
los pueblos también tienen derecho a rebelarse contra todo acto de imposición de un sistema o
estructura que no se adapte a su realidad ontológica. Por el otro, la autodeterminación es la
autonomía política que permite decidir, sin imposiciones y como un acto supremo de conciencia
y voluntad, de q Estado se quiere formar parte o de que Estado-nacional se quiere ser
independente, o permite también crear un nuevo Estado.
Construcción de la autonomía política del Caribe norcontinental colombiano
El territorio que conformaría en principio a un Estado del Caribe norcontinental
colombiano, está integrado por ciudades, regiones y pueblos de la zona costera del norte
continental de Colombia con un mil treinta y tres kilómetros (1.033 kilómetros cuadrados) de línea
contigua de costa marítima, que inicia en el departamento de la Guajira, hasta el extremo sur en
el departamento de Córdoba, comprende siete (7) entes territoriales o departamentos: Guajira,
Cesar, Magdalena, Atlántico, Bolívar, Sucre, Córdoba, colindantes sucesivos entre sí.
En los primeros tres artículos del referido pacto se establece taxativamente que:
“1. Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política
y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural.
2.
Para el logro de sus fines, todos los pueblos pueden disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales, sin perjuicio de las
obligaciones que derivan de la cooperación económica internacional basada en el principio del beneficio recíproco, así como del
derecho internacional. En ningún caso podrá privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia.
3.
Los Estados Partes en el presente Pacto, incluso los que tienen la responsabilidad de administrar territorios no autónomos y
territorios en fideicomiso, promoverán el ejercicio del derecho de libre determinación, y respetarán este derecho de conformidad con
las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas.” (Asamblea General de las Naciones Unidas, 1966)
Horta Orozco, J.L. / Vol. 2 Núm. 3 (2022) Páginas. 8-20
Página 16
Imagen 01. Mapa político base territorial del Estado norcontinental del Caribe de colombiano
Fuente: Caribe norcontinental colombiano-Toponimia del autor para la investigación.
La independencia que proponemos no es, en ningún caso, el resultado de un anhelo sin
fundamento, sino, por el contrario, la consecuencia de tres causas materiales concretas las
cuales son: ambiental-territorial, históricas, socio-políticas. De cualquier modo, existe
objetivamente una tensión cultural y territorial entre regiones en Colombia, que asume
dimensiones políticas para plantearse una autonomía radical y territorial en el contexto de la
autodeterminación de los pueblos. La xima expresión de esta tensión histórica se da
precisamente en el Caribe norcontinental colombiano, incluso desde la época Colonial donde, al
decir de Múnera (1997), se da un choque antagónico que data desde 1717 entre dos proyectos
políticos y geoeconómicos diferentes, el de Cartagena de Indias y el centro hegemónico andino
inexorablemente ligada a la economía del comercio exterior marítimo por el mar Caribe y el del
comercio interior andino de Santa Fe de Bogotá, que generó reivindicaciones separatista alo
reseña Munera (1997):
En marzo de 1832, destruida la Gran Colombia, Cartagena pasaría a pertenecer a una
república andina, gobernada enteramente desde Santafé, como nunca lo estuvo en los
viejos tiempos del virreinato. Se había creado un nuevo Estado, pero el sentido de nación
estaba lejos de existir. Sólo el uso de la fuerza, controlada ahora desde los Andes, y la
debilidad mendicante de Cartagena impondrían a sus habitantes la pertenencia a la ahora
llamada república de la Nueva Granada. Cuatro meses después de fundada, en julio de
1832, un grupo de cartageneros, denominado Veteranos de la Libertad, hizo público un
proyecto separatista que pretendía hacer de la costa Caribe un Estado autónomo. (Múnera,
2007, p. 47).
En términos de geografía física, la cual es la base de toda reflexión geopolítica y
geoestratégica, el Caribe norcontinnetal es una franja de un paisaje natural en el cual:
MAR CARIBE NORCONTINENTAL
COLOMBIANO
Página 17
La mayor parte de la costa Caribe colombiana está conformada por la llanura Caribe, que
se extiende hacia el norte de las estribaciones de las cordilleras Occidental y Central
(Serranías de Abibe, San Jerónimo). Su relieve es ondulado a plano, muy cercano al nivel
del mar, con colinas que en general no superan los 500m de altura, a excepción de la
Sierra Nevada de Santa Marta, que se levanta como un macizo aislado con alturas de
hasta 5770m y algunas serranías en la Guajira y en el Atlántico. (INGEOMINAS, 1998).
(INVEMAR, 2007, p. 37)
Estas geoformas del territorio caribeño, configuraron natural y culturalmente una región,
que creó con sus pueblos su propia fisonomía en el territorio, que explica en parte el contexto de
sus pretensiones secesionista, que no han sido tratada como tal en la historia política, ni se ha
tenido consideración su existencia y vocación, para el desarrollo y unidad del Estado nacional.
Sin duda, el Caribe norcontinental un espacio amplio y diverso en su interior con un
potencial económico y un recurso humano caracterizado por el multiculturalismo, el sincretismo
y la polifinia paisajistica que le dan valor agregado al tiempo que perfila la conciencia de la
necesidad de la autodeterminacion. El Caribe norcontinental colombiano han venido avanzados
a pedazos en ésta autonomía, en la última constituyente colombiana de 1991 en los artículos
306 y 307 sobre regiones y provincias, desarrollados en las leyes 1954 de 2011 de ordenamiento
territorial y ley 1962 de 2019, que constituyen las entidades territoriales en Región Administrativa
de Planificación (RAP), para convertirse en Entidades Territoriales (ET); avances que aún no
satisfacen el querer pleno de autonomía política Caribe norcontinental.
Por razones lógicas y politológicas toda propuesta de construcción de la autonomía
política del Caribe norcontinental colombiano debe tener sobrada capacidad heurística para
responder a interrogantes como las que siguen: ¿Qué realidades ambientales-territoriales,
naturales, históricas, políticas, culturales, sociales y económicas singularizan un Caribe
norcontinental colombiano? ¿Qué viabilidad integral existe para una autonomía política del
Caribe norcontinental colombiano? ¿Cuáles lineamientos generales teóricos ideo-políticos
pueden servir para una política de concreción de una eventual autonomía política? Preguntas
que por lo demás no pueden ser respondidas satisfactoriamente en un único artículo científico,
por las limitaciones propias de este formato, pero que sirven de guía en la reflexión sobre el tema.
Consideraciones finales
La independencia, esto es, la autonomía política radical de una región histórica con una
territorialidad determinada e identidad particular en el mundo, que la aleja o la acerca de otras
colectividades humanas, no tiene porque que ser un acontecimiento dramático, mucho más
cuando la historia mundial en su movimiento dialéctico nos muestra que las formaciones políticas
como los Estado, imperios, naciones o incluso civilizaciones, se transforman, cambian o perecen
en función de una multiplicidad de factores de orden: políticos, económicos, geográficos o
climáticos, recuérdese por ejemplo los casos del Imperio Romano en la antigüedad, del Sacro
imperio romano germánico en el medioevo, del Imperio español o más recientemente en el siglo
XX de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que agrupaba a 15 repúblicas, la mayoría
de ellos, hoy son Estados soberanos.
Horta Orozco, J.L. / Vol. 2 Núm. 3 (2022) Páginas. 8-20
Página 18
El derecho a la autodeterminación de una entidad territorial como la región Caribe
norcontinental de Colombia, con plena conciencia de su lugar en el mundo, es irrenunciable y no
depende para su ejercicio de la aceptación o no de un Estado nacional determinado. En un futuro
próximo, todo dependerá de la capacidad de las elites políticas, económicas e intelectuales de la
región junto al apoyo de la sociedad civil organizada para hacer valer su derecho a construir sus
propios espacios de desarrollo y convivencia al calor de sus anhelos, aspiraciones y
necesidades, que por cierto difieren de forma esencial de la experiencia andina-hegemónica, lo
que no significa que no se pueda estructurar, en su momento, otra forma de relación con el ahora
centro, basada en el respeto y las soberanías regionales. Ya que, al fin y al cabo, Colombia es
un Estado nacional de regiones en muchos sentidos fragmentadas históricamente.
En palabras de (Múnera, 1997), incluso con la creación en el siglo XVIII del Virreinato de
la Nueva Granada entidad que representa para la historiografía tradicional un signo irrefutable
de unidad política y territorial de base para la actual República de Colombia:
El logro de una estabilidad política quedó simbolizado por la sumisión de unas colonias
que en su interior se organizaban mediante la coexistencia de espacios autónomos e
identidades regionales construidas por el influjo de una geografía en extremo fragmentada
y del precario estado de las comunicaciones. (1997, p. 65-66).
En este sentido, cabe señalar, la independencia política de Panamá, lograda en 1903, ha
demostrado que más allá de lo que presagian los intelectos anti-regionales ganados al
mantenimiento a ultranza de un Estado nacional en muchos sentidos artificial, como si las formas
de organización políticas-territoriales fueran una prisión y no una asociación entre regiones
históricas libres y soberanas, la autonomía radical es, definitivamente, una experiencia posible y
viable que viene a elevar de forma sustancial la calidad de vida de personas y comunidades por
igual.
Desde la perspectiva de lo que significa la honestidad intelectual, la construcción del
Estado norcontinental del Caribe colombiano seria la expresión lógica de una región que tiene
una realidad ambiental-territorial particular, una histórica compartida propia, distinta a la central
andina y, una identidad sociocultural especifica que le da derecho a ser y hacer en el mundo
autonómicamente, sin tutelajes ni subordinaciones a intereses ajenos, más no el avasallamiento
y racismo que fue sometido el hombre del Caribe Norcontinnetal, sólo por no tener confort del
clima andino, como lo precisa Solano:
Las desigualdades en el protagonismo de las ciudades y regiones en la vida de este país,
facilitó el desmérito, del Caribe colombiano […] en el imaginario nacional sobre las
relaciones entre la geografía-historia y sociedad nacional. […] Elites, intelectuales y
políticos de la región andina identificaron a las llanuras del Caribe como sólo propicias
para ser habitadas por negros y mulatos, y como no aptas para la civilización. (Solano,
2010, p. 4)
Sin embargo y más allá del reconocimiento a una amplia producción bibliográfica que
resalta incluso la especificidad del “hombre Caribe” concepto ontológico de Lobo (2018) diseñado
para representa simbólicamente a un ser propio: “Hombre Caribe, caracterizado por su afabilidad,
multiculturalismo, “postura descomplicada, lenguaje extrovertido, tono vocal fuerte y abierto…”
(2018, p. 09), es muy curioso que con anterior a esta propuesta no existan otras abiertamente
independentistas que se atrevan a imaginar al menos un futuro mejor.
Página 19
Quizá esto es así por distintas razones entre la que destaca la creencia en una “autonomía
reformista” que pudiera avanzar en el tiempo para beneficio del Caribe norcontinental
colombiano. No obstante, desde nuestro punto de vista los avances que trajo consigo elementos
como la Constitución política de la república de Colombia de 1991 en los artículos 306 y 307
sobre regiones y provincias, desarrollados posteriormente en las leyes 1954 de 2011 de
ordenamiento territorial y en la ley 1962 de 2019, que constituyen las entidades territoriales en
Región Administrativa de Planificación (RAP), para convertirse en Entidades Territoriales (ET),
son realmente insuficientes cuando lo que se trata es de ejercer a plenitud el derecho a la
autodeterminación de los pueblos.
Finalmente, si algún aporte espera alcanzar este trabajo es el de crear al menos las
primeras condiciones para generar un débete de altura sobre la trascendencia y sentido de la
construcción de la autonomía política del Caribe norcontinental colombiano, región histórica por
derecho propio que puede aspirar legítimamente al derecho a la autodeterminación de sus
comunidades, sin complejos, falsas ataduras chauvinistas, ni miedos infundados. Nuestra tesis
se sustenta en el hecho de que las autonomías regionales del pasado, son la expresión, en el
presente, de una identidad territorial y cultural viva que se expresa ahora en el derecho de
autodeterminación de los pueblos.
Referencias Bibliográficas
Asamblea General de las Naciones Uniadas. (12 de mayo de 1966). Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos. Obtenido de
https://www.ohchr.org/sites/default/files/ccpr_SP.pdf
Calvano Cabezas, L. (2018). Contrato social y modernidad política en Colombia. Cabimas: Fondo
editorial de la UNERBM.
Cardozo Galué, G. (1989). Maracaibo y su Región histórica. El Circuito Agroexportador
1830-1860. Maracaibo: Editorial de la Universidad del Zulia.
INVEMAR. (2007). Informe del Estado de los Ambientes Marinos y Costeros en Colombia: Año
2006. Santa Marta: Serie de Publicaciones Periódicas No. 8.
Lobo Alvis, A. H. (2018). Políticas culturales en Colombia. La experiencia de la región Caribe.
Cabimas: Fondo editorial de la UNERMB.
Martínez Miguélez, M. (2004). Ciencia y arte en la metodología cualitativa. México DF.: Trillas.
Morales, Y., Martínez, R., Castaño, L., & Parra, R. (2019). Relecturas del Estadi ¿reificación del
orden sociopolítico o estructura auténticas de poder? Revista de filosofía, 39(93), 20-39.
Múnera, A. (1997). El Caribe colombiano en la república andina. Revista ecuatoriana de historia,
10, 63-82.
Nader Orfale, R. (2018). Las luchas por la autonomía política de las entidades territoriales: el
derechode los pueblos o el Estado garante de derechos. Advocatus, 15(31), 39-45.
Reales Utria, A. (2008). El país caribe de Colombia. Barranquilla: Editorial Galume.
Ritzer, G. (2005). Teoría sociologica clásica. Madrid: McGrawHill.
Rivas Quintero, A. (2008). El Estado y Estructura y Valor de sus Instituciones. Valencia:
Universidad de Carabobo.
Sofia, P., & Thressiamma Panikulangara, P. (2009). Origen y desarrollo de la Constitución de la
India. Un ejemplo de equilibrio entre tradición religiosa y laicismo. Frónesis. Revista de
Filosofía Jurídica, Social y Política, 16(01), 26-39.
Horta Orozco, J.L. / Vol. 2 Núm. 3 (2022) Páginas. 8-20
Página 20
Solano de las Aguas, S. (2010). De ciudad portuaria el puerto como espacio polifuncional. Los
puertos del Gran Caribe en el Siglo XIX. Revista de historia regional y local, 02(04),
95-112.
Teun A, v. D. (198). Prólogo El análisis del discurso social. En I. Vasilachis de Gialdino, La
construcción de representaciones sociales (págs. 15-19). Barcelona: Gedisa editorial.
Vallès, J. M. (2000). Ciencia Política Una introducción. Barcelona: Ariel Ciencia Política.
Villamuera, J. (09 de febrero de 2021). El orden mundial. Obtenido de ¿Qué es el derecho de
autodeterminación?: https://elordenmundial.com/que-es-derecho-autodeterminacion/
Villasmil Espinoza, J., & Jiménez Idrovo, Í. (2022). El discurso de la unidad americana en tres
tiempos. Independencia, organización nacional y antiimperialismo. Maracaibo: Ediciones
Clío/ Academia de la historia del estado Zulia.