diferente a otra es también valiosa e importante es lo que podrá permitirnos construir una nueva
nación, con entendimiento y respeto por nuestra diversidad, la que es nuestra mayor riqueza.
Es importante primero reconocer el estado actual de las cosas, decirnos la verdad, saber
lo que, pasado, comprender nuestra situación: la violencia por su baja intensidad y larga duración
se ha degradado, y de extenderse en el tiempo lo hará aún más. Tomaremos la famosa frase
atribuida a muchas personas “un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”,
pero mejor podríamos a este caso de decir: un pueblo que no comprende su historia está
condenado a repetirla, o aun si la olvida. Debemos conocer, recordar y entender el estado
anterior y presente, darle voz a quienes más han sufrido a causa de esta situación, no solo el
reconocimiento es necesario, más vale la verdad, y esta no existe lo que hay es interpretaciones.
Colombia en control de bloque de constitucionalidad, aplicación del artículo noventa y tres
(93) de la Constitución Política de 1991, debe acatar y obedecer el voto concurrente hecho por
el Juez Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot, que dentro de la Sentencia del Caso Rodríguez Vera
y otros (Desaparecidos del Palacio de Justicia) vs. Colombia (CIDH, 2014) no concedió con la
argumentación de la mayoría, aunque si con la decisión final. Su voto concurrente estipula la
necesidad de reconocer el Derecho a la Verdad como un derecho autónomo.
La Asamblea General de las Naciones Unidas el 21 de diciembre de 2010, proclamo el
24 de marzo como el Día Internacional para el Derecho a la verdad en relación con las
Violaciones Graves de los Derechos Humanos y para la Dignidad de las Víctimas (ONU, 2010).
Aquí, tanto el victimario como la víctima tiene su verdad, una percepción propia de la realidad,
construcción que han ido haciendo ellos mismos con el seno social. La restitución del daño y la
dignidad se hace reconociendo la realidad de las personas afectadas, escuchando su versión de
lo que ha sucedido y su existencia, de suma importancia para superar el conflicto.
Desde mucho antes que el artículo de la 146 Ley de Víctimas y Restitución de Tierras
(2011) creara el Centro Nacional de Memoria Histórica, diferentes autores recataron los relatos
y narrativas de la población vulnerable y sensible víctima del conflicto armado, intentando
salvaguardar la verdad de lo que ha sucedido con motivo del conflicto armado hasta hoy, García
Márquez, Arturo Alpe (Carlos A. Ruiz), Rosero Diago, Marta Renza, Laura Restrepo, Abad
Faciolince, Molano Bravo, todos por igual denunciaron los odios nacionalistas que se
orquestaban desde Bogotá, el olvido de lo rural y las regiones y el reconocimiento de la no ficción
de personas que han sido gravemente vulneradas por la violencia. En el conflicto armado y en
especial en las historias de las victimas hay material abundante para la investigación y este
ejercicio permite entender nuestra situación y así proponer modelos de solución que realmente
funcionen, para no seguir el círculo.
Dentro de estos autores que describen y narran nuestra violencia Fernando Vallejo tal vez
es el más contemporáneo, y toma vivencias de la ciudadanía cotidiana de las ciudades, que son
importantes porque fijan conductas en un periodo especial de tiempo, para el caso reproducimos
el siguiente (1994):
(…) Cruzando la avenida San Juan, de regreso, presencie un atraco: veo que en la fila de
carros detenidos por el semáforo un hombre grasoso, un cerdo, está atracando con un revolver
un jeep que maneja un muchacho: uno de esos muchachitos linditos, riquitos, hijos de papa que
me fascinan (también). El muchacho saco las llaves, salto del jeep, echó a correr y de lejos le
grito al hombre: “¡Te quede conociendo, hijueputa” ¡El hombre, enfurecido, sin poder llevarse el